By Juan Olmedo
La transferencia de información es un pre-requisito para la sustentabilidad. Sólo compartiendo experiencias y conocimiento podremos superar la crisis ambiental, social, alimentaria, económica, etc. en la que nos encontramos. En la conferencia de Rio+20 miles de personas de todo el mundo intercambian información de muchas maneras. Algunos utilizan twitter y facebook, otros hablan por teléfono o dan ponencias y muchos otros negocian documentos oficiales de la ONU. Existen casi tantas formas de comunicación como participantes en la conferencia, en algunas de ellas la información es vertical y unilateral, y en otras las personas se involucran en conversaciones de igual a igual. Las formas verticales de comunicación son las más evidentes al entrar a la conferencia y van desde el sistema de permitir acceso a distintos espacios sólo a ciertas personas (evitando así la interferencia de grupos o ideas cuyas voces no quieren ser escuchadas) hasta los paneles y carteles que se encuentran por doquier, como aquel de Coca-Cola en el que la corporación multinacional nos invita a trabajar juntos por un futuro más sustentable. Estos mensajes tratan de convencer a las personas de apoyar modelos, proyectos o ideas particulares, como que beber refresco es bueno para el medio ambiente o que la mercantilización de la naturaleza es la solución a nuestros problemas.
Un área en la que grupos poderosos están interesados en imponer ideas en vez de crear diálogo es la agricultura. Durante un simposio sobre formas innovativas de transmitir información agrícola, organizado por la Unión Mundial de Agricultores, miembros de sistemas de extensionismo rural de varios países (inlcuyendo Kenia, Tanzania, Estados Unidos, Australia, India y otros) expresaron sus ideas acerca de cómo propagar información para crear una agricultura sustentable. Los expertos en extensionismo, lejos de promover sistemas novedosos de transferencia de conocimiento, hicieron énfasis en la importancia de continuar con el mismo modelo que ha sido aplicado desde los inicios de la revolución verde. Los panelistas descartaron el conocimiento que tienen los agricultores acerca de cómo trabajar en sus condiciones locales, alegando que el conocimiento que se propague tiene que ser científico y sistémico. Esto implica una comunicación unilateral, en la que el conocimiento de universidades y laboratorios es simplemente transmitido a campesinos, quienes deben seguirlo. Los panelistas también dijeron que el sector privado tiene la obligación de financiar la creación y transmisión de esta información; esto es particularmente grave porque implica que el conocimiento a ser propagado será decidido, no en base a las necesidades de los campesinos, sino en las posibilidades de compañías privadas de obtener ganancias económicas. Esto implica que las semillas, y paquetes tecnológicos que se promoverán serán aquellos que hagan a los campesinos más dependientes de compañías, en vez de desarrollar sus propios sistemas creados según las necesidades de cada familia y unidad de producción.
De hecho, en la mayoría de los eventos dentro del foro de negociación se habla de una mayor utilización de agrotóxicos, tecnologías caras, semillas transgénicas patentadas, y cadenas de mercado verticalmente integradas como la solución para crear una agricultura sustentable. El desdén hacia lo que los agricultores tengan que decir sobre su futuro es tal que un panelista de Brasil dijo que no ve futuro para la agricultura familiar en su país, sin mencionar cuál será el futuro de las cuarenta y cuatro millones de campesinos que se dedican a este oficio. El desdén hacia la realidad de la gran mayoría de los agricultores es tal que en las negociaciones sobre alimentación y agricultura, los negociadores de los Estados Unidos se opusieron a que se hablara de tecnologías con precios accesibles, y propusieron que se hablara en vez de ello de promover solamente “tecnologías innovadoras”. Este desdén no se basa en la ignorancia o el simple desinterés sino en intereses económicos muy importantes. Los pequeños agricultores de todo el mundo llevan estilos de vida caracterizados por su sencillez y sustentabilidad, utilizan pocos recursos comprados y producen gran parte de lo que consumen. Esta forma de vida no conduce a ganancias multimillonarias por empresas extranjeras, sus tecnológicas son baratas y duraderas , producen sus propias semillas y mantienen variados niveles de independencia en relación a los mercados internacionales. Las políticas orientadas a destruir la agricultura sustentable tratan de convertir a millones de campesinos en consumidores de agroquímicos, semillas y costosas tecnologías exóticas que frecuentemente no responden a sus necesidades. Evidentemente, los delegados no están interesados en qué tecnologías se necesitan, sino en cuáles presentan oportunidades de negocios: “innovador” es entendido como algo que puede venderse.
La conferencia de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sustentable intenta encontrar soluciones para los problemas sociales y ambientales, pero como lo dijo Albert Einstein “no podemos resolver problemas pensando de la misma forma que cuando los creamos”. En el caso particular de la agricultura, pensar en soluciones simples y globales, tomar decisiones de forma autoritaria y unilateral e imponerlas sobre grupos menos poderosos, ha causado los problemas que tenemos. Hoy producimos suficiente comida para alimentar a dos mil millones de personas más de las que existen en el planeta y sin embargo, la séptima parte de la humanidad sufre hambre; la agricultura es una de las mayores fuentes de contaminación de suelos, aguas y aires; y la gran mayoría de los campesinos del mundo viven en condiciones de pobreza y marginación. Las soluciones planteadas en Rio+20 para crear una economía verde son las mismas que han creado esta situación y su sola implementación puede ser agravar aún más las crisis. La transición hacia una agricultura verdaderamente sustentable que garantice una alimentación apropiada para todas las personas, proteja el medio ambiente y asegure el bienestar de las personas involucradas en ellas necesita de un paradigma distinto y de nuevas formas de comunicación. La comunicación horizontal y la cooperación entre individuos y comunidades podría alejarnos de las falsas soluciones de sustentabilidad negociadas por los gobiernos y las organizaciones internacionales y acercarnos más a un modelo creado colectivamente por todos los productores y consumidores. Solo compartiendo información podremos recuperar el verdadero significado de sustentabilidad.